SINOPSIS:
Oliver cree que su vida es perfecta. Se ha esforzado demasiado por conseguirlo.
Sin embargo, recién cumplidos los treinta y cuatro, siente que su mundo se tambalea y no sabe cómo recobrar el equilibrio.
Las cosas en el trabajo no van bien, su matrimonio hace aguas y, por mucho que busque cuando abre los ojos por las mañanas, no encuentra ningún motivo de peso para levantarse de la cama.
Por eso sus amigos piensan que se merece unas vacaciones. Y su familia. Y, lo que es peor, su jefe. Sin saber cómo, acaba bajo el techo de un lugar muy especial escondido entre montañas, rodeado por un jardín de cuento y compartiendo espacio y silencios con Julia.
Julia, que es tan distinta a él que no entiende por qué no puede dejar de mirarla.
Pero lo hace, la observa, y todo cobra un sentido diferente.
Porque Oliver aún no lo sabe pero, en ocasiones, todo lo que necesitamos es perdernos para encontrarnos.
Gracias por hacer de los sueños rotos algo tan bonito…
OPINIÓN PERSONAL:
Cuando comencé este libro no sabía lo que me iba a encontrar, pero cuando lo cerré, tuve la certeza de que la autora dejó mucho más de ella misma en él que en cualquiera de sus historias anteriores, y que en cierto sentido tuvo que resultarle sanador, dista mucho de ser su mejor historia pero es innegable no ver cuanto sentimiento hay depositada en ella.
Leer a Andrea siempre es un placer, desborda talento y crea personajes tan reales y vividos que es imposible no caer rendida ante ellos, en esta ocasión a pesar de que a Oliver le tengo mucho cariño, es Julia quien se lleva todo mi corazón, ella, con sus silencios, ella, con su soledad, ella, con su anhelos… es un personaje complejo, con aristas, debes conocer su historia y ponerte sus zapatos (metafóricamente hablando, ya que a Julia le encanta caminar descalza), para comprender el porque de sus decisiones.